Me encantan las historias, en especial aquellas que producen un silencio momentáneo, una mente y corazón que se detienen por un momento antes de emitir otro pensamiento u otra palabra, y aquí va una de ellas. Pido perdón a quien la escribió o la contó, si cambio las palabras o el relato, simplemente fue así como dejó huella en mi corazón, pues no pretendo hacerme autora de ella, si no compartir el aprendizaje que dejó en mi.
<<Iban dos discípulos de un reconocido Maestro, hacia un pueblo a compartir las enseñanzas aprendidas, se había escuchado que ellos pasaban de pueblo en pueblo ayudando a la gente con quienes se encontraban. Un tullido de nacimiento, escucha el rumor de aquella pronta visita al pueblo donde vivía y se propuso ubicarse a la entrada de dicho lugar para solicitar su ayuda. Cuando escuchó que la multitud se acercaba, saco de su mochila un frasco metálico en el que había colocado una moneda y comenzó a batirlo fuertemente gritando, ¡Por favor, ayúdenme! ¡Por favor, ayúdenme!, los dos discípulos de acercaron y le preguntaron, ¿en qué te podemos servir?, a lo que el ciego contesta, “soy tullido y no puedo conseguir trabajo, mi condición no me lo permite, por favor, regálenme una moneda de oro y otra de plata, con ello podré vivir un buen tiempo, sin pasar necesidad”. Los discípulos se miraron entre si, pues ellos no tenian dinero y vivían de lo que las personas le ofrecían en su pasar por los pueblos. Uno de ellos se agacha y le dice, “No tengo oro ni plata, pero de lo que tengo te doy, levántate y camina” Dio un salto y se levanto a caminar.>>
… silencio…
Lo sentiste? El silencio? Cada vez que leo esta historia lo vuelvo a sentir. No se si era la intención de quien lo relató por primera vez, pero en mi corazón quedan varias sensaciones:
- Vemos lo que queremos ver, y pedimos hasta donde creemos que podemos pedir, por ende recibimos hasta donde pedimos.
- Lo que tenemos ya es suficiente, «de lo que tengo te doy”. Te hago una pregunta, si fueras a un lugar nuevo para ti, y dejaras lo que tienes, en donde trabajas, tus etiquetas (papá, mamá, profesión), el dinero, en fin, ¿Qué tienes para dar? de manera autentica, tuya… ¿lo sabes? A veces siento que la vida necesita mas de lo que auténticamente tenemos y no de lo que hemos obtenido. Eso que aquello que a donde vayas y te desempeñes siempre lo llevas contigo.
- Cuantas veces nos limitamos por vivir una condición particular, que en realidad se vive en conjunto. Porque estoy segura que a veces vivimos paralizados, sin movernos de un punto determinado en nuestra vida, aunque nuestros ojos estén habilitados para ello. La Valentía de reconocer nuestra vulnerabilidad nos hace recibir del otro y darle la oportunidad de dar. Si este tullido no hubiese pedido, si nuestra parte inmóvil no pide ayuda, tal vez nunca hubiese recibido.
- Aprendimos a salir de la zona de confort
- Creemos saber lo que necesitamos, y a veces cuando no llega, nos frustramos, el punto es, y si llega, qué harías? Ponte a pensar, si estos dos discípulos hubiesen tenido una moneda de oro, que tullido, hubiese continuado en esta condición.
- La única constante es el cambio y cada vez que nos enfrentamos a uno, nos aferramos más, resistiéndose a cambiar, porque recibir lo que pedimos es la invitación a hacer cosas diferentes, porque nos enfrentamos a cosas nuevas y lo nuevo nos genera expectativa, y a la vez mucho crecimiento.
Cuéntame, ¿y a ti que huella te dejó en el corazón?
Deja tu comentario